Cómo cuidar tu energía mientras estás escribiendo un libro
Escribir un libro es una de esas tareas que se suele empezar con mucho entusiasmo… pero acaba siendo algo parecido a apuntarse al gimnasio en el mes de enero. Sabes que tienes que hacerlo y que te vas a sentir muy bien cuando lo consigas. Pero, si no cuidas tu energía, se convierte rápidamente en una tarea que te agota.
¿Y por qué, si escribir es algo que hacemos sentadas frente a un ordenador?
En realidad, esa es la parte más fácil. Una vez que “te pones”, la escritura puede fluir con facilidad (siempre y cuando no pretendas escribir el texto perfecto a la primera). Pero, aunque escribir sea una tarea que no cansa físicamente, sí conlleva una gran inversión de energía.
Y no digamos si eres madre escritora.
Para poder sentarte a escribir una hora, necesitas organizar muy bien tu agenda de trabajo, encontrar tiempo y un espacio para concentrarte y organizar o delegar las tareas domésticas.
Todo eso, sin contar las horas y la dedicación necesarias para estructurar el contenido de tu libro, organizarlo por capítulos y ponerte a escribirlos.
Ahora estarás de acuerdo conmigo en que tantas tareas pueden acabar con tus ganas de escribir.
Por eso es muy importante que cuides tu energía mientras estás escribiendo tu libro. Estoy segura de que eso ya lo sabes, pero te aseguro que es fácil olvidarlo. Porque, si al fin has encontrado dos horas libres para escribir, ¿cómo vas a “perder” 30 minutos yéndote a caminar?
El caso es que, si no te mueves, pronto te va a doler la espalda o te vas a sentir saturada e irritable. Y en ese estado, lo único que te va a apetecer es ponerte a procrastinar como loca porque no tienes ganas de asumir más obligaciones.
Autocuidados para madres escritoras
Mi consejo es que, además de planificar y escribir tu libro, diseñes una rutina para cuidar de ti misma mientras estás inmersa en esa tarea.
No tiene que ser algo exótico, caro ni que te lleve un montón de horas. Basta con que identifiques las actividades y hábitos que te dan energía en vez de restártela y los incorpores a tu día a día (sin agobiarte demasiado, porque entonces es peor el remedio que la enfermedad).
Por ejemplo: mi rutina ideal consiste en despertarme una hora antes que mi hija, hacer algo de ejercicio (me pongo vídeos de You Tube en la tele), meditar un par de minutos y hacer un desayuno saludable antes de levantar a mi niña. De este modo, cuando la dejo en la escuela y regreso a casa para escribir, tengo ganas de ponerme a la tarea en lugar de tirarme en el sofá o hincharme de chocolate.
Aunque, por supuesto, esa es mi rutina ideal y no siempre la cumplo. Con frecuencia me da pereza hacer ejercicio y me cuesta bastante madrugar. Pero al menos sé lo que me sienta bien y puedo recurrir a ello cuando lo necesito.
Ideas para tener más energía
Te animo a que escribas tu propia lista de “vitaminas energéticas” que sea como un botiquín de bienestar al que recurrir cuando lo necesites.
Piensa en aquello que te sienta bien, que te anima y te relaja cuando estás agotada a causa del trabajo, el estrés o los niños.
Por si te inspira, aquí te dejo mi lista:
- Pasar tiempo a solas, mucho mejor si es en la naturaleza.
- Leer un libro.
- Ver una serie o una película.
- Escuchar música.
- Dar un paseo (y hablar sola mientras camino).
- Tumbarme en la cama y relajarme hasta quedarme dormida o sumida en mis pensamientos.
- Cocinar por placer.
- Ir a que me den un masaje.
- Dormir.
- Charlar con una amiga.
- Irme de tiendas (esto, con moderación. Si me paso, me estresa).
- Darme un baño con toda la parafernalia de velas, aromas y aceites. O nadar en la piscina. O, lo mejor del mundo, en el mar. En cualquier caso, sumergirme en agua.
- Pasar tiempo con mi marido (a no ser que lo que necesite sea alejarme de él. No te enfades cuando lo leas, cariño).
- Aparcar el móvil y las obligaciones y ponerme a jugar con mi hija (… a no ser que esté saturada de pasar tiempo juntas. En ese caso, necesito que papá se la lleve al parque y entregarme a cualquiera de las otras actividades de la lista).
Cómo dejar de autoboicotearte y perder energía
También es importante que tengamos claro cuáles son las conductas que nos estresan y agotan aún más.
Yo misma, por esas contradicciones del ser humano, hay veces que me “castigo” a mí misma haciendo justo lo contrario de lo que necesito para estar bien.
Creo que es una forma de evitar afrontar las tareas incómodas, pero la verdad es que es bastante estúpida porque lo único que genera es un círculo vicioso: “quiero escribir, pero estoy cansada, así que voy a hacer algo que me canse aún más y así tengo la excusa perfecta para no escribir”. Pffffff….
Mi lista de “estresores” está encabezada por las redes sociales. Cuanto más agobiada estoy, más fácil es que ponga el dedito sobre el feed de Instagram o el muro de Facebook y me dedique a mirar lo que cuenta la gente sin poder parar (literalmente, me puedo tirar media hora así).
También dejo de hacer ejercicio, como más pan del que debería o me recreo en pensamientos negativos.
Otro de mis “castigos estrella” es ponerme a limpiar y ordenar la casa justo cuanto más cansada y estresada estoy.
En fin, como ves le echo sentido del humor al tema para quitarle hierro, pero soy muy consciente de cuáles son las conductas autodestructivas que no me convienen, y eso me ayuda cada vez más a no dejarme dominar por ellas (o a decir “basta” cuando es necesario).
Cuando tú también tengas claras tus listas de “alimentos” y de “venenos” para tu creatividad, verás que te resulta más fácil elevar tu energía y centrarte en lo que te sienta bien. Como en la maravillosa aventura que es escribir tu propio libro.
¿Ya sabes qué conductas te aportan o te restan energía? Ponerlo por escrito te ayudará a verlo mucho más claro
0 comentarios